segunda-feira, 10 de agosto de 2009

LA ESTRELA FUGAZ


SER
El SER HOMBRE es una realidad que aparece en el universo como consecuencia de la organización de una FUERZA que lleva impreso un DESTINO.
Esta evidencia se concretiza en un lugar del cosmos llamado Planeta Tierra, y cuando todo el proceso está concluido, el ser hombre se encuentra como una entidad intermediaria entre el Cielo y la Tierra. Y al igual que él, las demás realidades vivas también se centran en esta dimensión. Finalmente, todos ellos se interrelacionan, se hacen interdependientes y culminan sus haceres dando SENTIDO a la existencia de la Forma.

En la luz negra de sonidos silenciosos
emerge la idea de la forma.
Como un pétalo de aroma furtivo
inunda la caverna que albergará el largo
invierno de existencia sostenida.
Y como una campana en una tarde otoñal,
emerge la vida azul de un extenso mar sin fronteras
donde, el sabor fresco del estío
hace recordar la eterna primavera.

ORIGEN DEL SUFRIMIENTO
Cuando todo queda establecido, cada ser de vida se COMPROMETE en toda su existencia a realizar-se, para obtener su sentido y dar sentido a las demás existencias. Nada queda por hacer. Y así, se alcanza la armonía dinámica y resonadora de un lugar azul. VIVO.
El Ser Hombre, en su dimensión estelar y planetaria está inmerso en toda la realidad anteriormente expuesta. Pero....algo ocurrió y ocurre para que la desorganización se instaure y la armonía resonante se convierta en un caos de despropósitos en el que cada hacer se convierte en un olvido o un deshacer.
El Ser, genéricamente llamado Hombre, por estar tan cerca de la Potencialidad Creadora, se arroga en sus funciones y suplanta progresivamente a la Fuerza que le dio su existencia, su forma y su sentido. Y es ahí, donde comienza el proceso desintegrador que hace que cada realidad viva quede sometida, no a la Fuerza Original, sino a la Fuerza del Hombre.
La suplantación de la Fuerza Original preexistente, es el primer eslabón que conduce a la pérdida de la armonía. Y así, progresivamente el hombre, deja sus haceres y crea el desequilibrio entre los otros hombres y las otras formas de existencia.
A la suplantación, y a la Arrogancia se une el nacimiento de la Envidia Impotente, que culmina con la actitud desesperada de querer cambiar su propio destino.
En la arrogancia, en la suplantación y en la envidia, se gestará progresivamente el desequilibrio individual y colectivo del hombre, y así, su SER ESPIRITUAL CONFORMADO entrará en contradicción con la función que le toca ocupar en la totalidad. Golpe a golpe y sin verso se gesta en este hombre, la debilidad que NO le corresponde. Golpe a golpe y sin verso se cultiva el egoísmo, la infidelidad y la mentira. Y golpe a golpe y sin versos, empieza a pensar y sentir que la enfermedad y la muerte son algo inexorable.
La enfermedad no es un proceso natural en el hombre, sino que es un acontecimiento fruto del dejar de hacer la parte que le corresponde a cada uno. En estas condiciones, la enfermedad se convierte en un SIGNO LUMINOSO que puede y debe hacer al hombre, recapacitar sobre la posición que desarrolla en su Universo. Consecuentemente, la aparición del sufrimiento representa el equivalente educativo en el que el hombre se ve inmerso al desoír la llamada de su propio corazón, la llamada de los otros corazones, y el eco aún audible de la Fuerza Original.
Tu hambre es mi y hambre
tu dolor es mi dolor
tu alegría es mi alegría
tu desesperación es mi desesperación
tu nostalgia es mi nostalgia
tu pena es mi pena
y tu amor es mi amor
porque somos sólo uno.

HOMBRE ENERGÉTICO
Cada actuación del hombre representa la utilización de una energía que se gesta en la concepción, y que se mantiene "a lo largo de su vida", por medio de sus sentimientos, de sus alimentos y de su respiración. Su aparición, por tanto, depende de la herencia en energética, de sus ancestros, de la energía espiritual de sus sentimientos, de la energía de sus alimentos y de la energía que aporta su respiración.
Todo ello irá a conformar su existencia, y todo ello tendrá cauce en su forma, la cual le permitirá adquirir el dinamismo de lo que llamamos VIDA.
En la Alta Antigüedad, el hombre, se asombraba de sus sueños, de sus montes, de sus valles, de sus ríos y sus mares, y sentía su existencia inmersa en esa SORPRESA. No era por tanto extraño, que su ánimo estuviera permanentemente atento hacia cual era su función dentro de tanto asombro. Y así, en sus ensueños, en sus cantos, en sus danzas y en sus fantasías, buscaba la identidad única de la fuerza energética que le hacía vivir en el profundo misterio de su vida. Paulatinamente, en el sonido de su tambor, su flauta, su danza y su verso, se fue adentrando en la visión lumínica del soplo energético que hacia posible tanta magnificencia. Cada parte de su cuerpo fue progresivamente tomando un significado que encontraba sus equivalentes en su entorno. Cada minúscula parte de su piel fue despertando en un significado que hasta entonces sólo era una cubierta protectora. La visión del trance surgido como consecuencia de la magia de cada ritmo, de cada oración, de cada silencio y de cada quietud, hizo posible que despertara a la consciencia del hombre energético. Vio, tocó, y sintió que cada parte de su piel reflejaba cada parte de su entorno y todas las estrellas de su interior.
Cada poro adquirió la dimensión de una estrella y cada estrella se fue uniendo para conformar una imagen, y así todo su ser adquirió una dimensión estelar para configurarse como una entidad de LUZ, donde se podía regular, apagar, encender o aumentar cada luminaria, hasta conseguir que todas las luces entraran en un equilibrio que permitiera evidenciar la silueta de una función.
A cada luminaria de su piel le puso un NOMBRE, como nombre tiene cada estrella, y cada una de ellas representaba una función en la totalidad, siendo a su vez cada una totalizadora. Y en cada lugar, descubrió que con la intención, con el tacto, con el sentido, con el frío y con el calor, podía hacer recuperar el equilibrio luminoso de su totalidad, y de esa forma recordarle al hombre cual era la posición que le correspondía en el Universo.

Y un horno de luz blanca transparente
Emanó de la boca del
Vagó por la inmensa oscuridad de las aguas profundas
Y cautivó a todos los que ya existían
Sin forma pero con la gracia de los dioses
Realizó un sortilegio
Todos, incluso Silón
Se precipitó gozoso, porque ya sabía su forma.
Una nueva espiración de Silón
Le hizo tomar su imagen definida
Y todos quedaron asombrados
De su belleza, armonía y ritmo.
Seguía siendo luz blanca transparente,
Pero su forma estaba salpicada
De cientos de luces de color,
Y cada una de ella emitía un canto de sirenas
Que llenaba de gozo toda la creación.
Silón quedó complacido con su aliento
Y dio por terminado su hálito,
Entrando en el profundo sueño de la custodia
De aquel ser, que sin nombre, le llamaron hombre.


ESPÍRITU CONFORMADO
El mensaje estelar que el hombre porta desde su origen, se sintetiza en la dinámica de su Fuerza ESPIRITUAL. Esta fuerza espiritual se condensa en el sentimiento inmortal de su existencia, se concretiza en la experiencia de amor de sus vivencias, se expande en la actitud inevitablemente solidaria de cada una de sus acciones y se hace íntima y luminosa en el abrazo fundido de los amantes. Esta huella impresa que le cualifica como fuerza espiritual, se diversifica en las acciones de su voluntad, decisión, alegría, reflexión y recuerdos. Y en la medida en que estos cinco haceres permanecen en equilibrio, su huella permanece intacta.
Pero..., cuando la voluntad se transforma en miedo...., cuando la decisión se convierte en violencia..., cuando la alegría se trunca en tristeza..., cuando la reflexión se convierte en obsesión..., y cuando el recuerdo se hace lánguido y nostálgico, el equilibrio se empobrece y se pierde, y..., la posición de su hacer, como expresión de fuerza, se transforma en una veleta que busca afanosamente muletas, y que no es capaz de recuperar la belleza de su origen.
Aún se recuerda, que los árboles tan sólo quieren ser árboles. También se sabe , que el fuego sólo aspira a dar calor. A duras penas recordamos, que la tierra solo quiere ser fecunda. Con afán buscamos la piedra preciosa que se alberga en una cueva... Y también, sentimos que el agua es la mejor bebida. Cinco haceres, que en permanente servicio, nos recuerdan las cinco sublimes expresiones del espíritu del hombre: la firmeza, la benevolencia, la paz, la cortesía y la bondad.
Todo ello tiene su residencia en el interior oscuro de nuestra forma. La flexibilidad decidida emerge del hígado jupiteriano; la alegría serena emergen del corazón teñido por el rojo de Marte; la reflexión generosa convive con la trascendencia de Saturno; el recuerdo siempre presente subyace en la impronta de Venus; y la firme voluntad del cambio se arropa en la serena oscuridad de Mercurio.
Nada se realiza sin consentimiento de cada una de las partes, y todo se consuma, con la complicidad de todos.
Cuando el hombre se arropa en una sola actividad, usurpa la virtud de los otros y pierde la generosidad necesaria para dar cauce y cumplimiento a la actividad de los otros hombres. El sufrimiento emerge entonces con la fuerza de una permanente tormenta y la desesperación se convierte en el móvil común de cada ser.
La enfermedad se nos antoja entonces, inevitable; el amor, imposible; la ternura, ocasional; la solidaridad, justo lo imprescindible; la violencia, necesaria; y la paz..., sólo queda en el recuerdo imposible.

Si supieras, amor, que tu gesto
me llena y me destroza.
Si supieras amor, que tu mirada
me arropa y me acongoja.
Si supieras amor, que tu recuerdo
me duerme y me desespera.
Si supieras amor, que tus palabras
me desbordan y me ahogan.
Si supieras amor, que tu actitud
me derrite y me aniquila.
lo único que me importa
¡ay amor , que inútil sería el sufrimiento¡

EL SANADOR
Sanar y sanar , es el hacer inevitable desde que el hombre emitió su primera mentira. Y por ello, emerge de su seno el hombre sanador, que representa el equivalente de la fuerza creadora, como la última esperanza de aliento del sereno universo creativo. Casi mítico en su origen; brujo, hechicero, mago, alquimista,, curandero, médico, y siempre CHAMAN, se pleomorfiza ante la demanda arrogante del espíritu enfermo del hombre. Y, como caballero en pos del Santo Grial, ofrece la experiencia de su aventura, aparentemente inútil, que incluyéndose en el sufrimiento de los otros, se eterniza en la voz inmortal del silencio que reclama una lágrima de perdón para que, el ser enfermo, se bañe en el bautismo purificador de su propia esencia, y alcance a la suprema sanación a partir de su propia instancia.
Silencioso en su mandato, busca en el latido de cada corazón, la fuerza espiritual perturbada. Busca en el color transparente de cada mirada, la ilusión perdida. Indaga en cada caricia, la luz fundida, Escucha en cada palabra, la verdad escondida... Y sin enjuiciar, sin condenar..., tan solo insinuándose como el viento a la hoja de otoño, modela con sus manos la luz desorganizada del ser enfermo, y, como orfebre minucioso, restaura su original belleza.

¡Qué instante inesperado cuando llamaron a mi puerta
y sentí el sufrimiento¡
¡qué momento previsible cuando me hice eco del dolor
y me rebelé ante él¡
¡qué tiempo tan razonado cuando buscando en la
sabiduría de los otros, intenté mitigar la pena¡
¡qué eternidad se me hace contemplar la implacable
oscuridad de la luz¡
¡qué oración tan sublime la que me transporta a lo
siempre posible¡
¡qué trance de esperanza inagotable riega mis manos
que quieren pasar desapercibidas¡
¡qué sonrisa de niño ausente hace posible el milagro¡
¡qué inagotable amor derramo en cada mano, cuando
en mi soledad ausente, vuelco mi sentido entero¡
¡qué pasión tiene mis versos cuando al fin descubro
que mi amor no es mío¡


LA LIBERACIÓN
Y cuando el ser enfermo descubre paulatinamente a través de su sanador, el rescate de su equilibrio, nada vuelve a ser igual, y en sus entrañas resuenan los ecos olvidados de sus armonías, y se pregunta una y otra vez: ¿la armonía está en mí?..., ¿la armonía está en mí?. Descubre, bajo la inducción silenciosa del sanador, que él es el principal protagonista de su historia. Descubre que ya no puede seguir siendo espectador de su propia derrota. Y descubre finalmente que en sus sentimientos, sueños, alimentos, posturas, palabras, gestos, ideales y fundamentos, reside la actitud segura de su permanente equilibrio. Las preguntas entonces, se agolpan, en su afán por descubrir su propio destino, y el sanador paciente, sugiere con el gesto y con la palabra justa, donde reside su fundamental papel: realice lo que piensa. Actúe como si fe tuviera. Que no salga palabra que no sienta el corazón. Saboree según su necesidad. Respire según su anhelo. Medite como si nada ocurriera. Ame como la única ocasión. Custodie como si nada tuviera. De, como si todo albergara. Sirva, como si todos le esperaran. Viva, como si nada alcanzara. Déjese llevar como si nada realizara.

Creí tener algo y vi que no era nada.
Creí asegurar algo y lo que aseguraba no estaba.
Creí tener guardianes, y cuando grité no estaban.
Creí ser algo, y cuando desperté no estaba.
Y creí, y creí, hasta finalmente no creerte nada.
Y en ese lugar de nada,
descubrí que todo es nada.
Y fue entonces
cuando me di cuenta de que respiraba.
Y fue entonces
cuando saboreaba.
Y fue entonces
cuando escuchaba.
Y fue entonces
cuando saboreé el aroma de mi ser
en la visión del caminante
que nada pierde y todo gana.
Y fue entonces
cuando visioné que de mí no depende nada.
Y fue entonces
cuando descubrí que si puedo volar, no es por mis alas
sino por el aire que las avala.
Y fue entonces
cuando ya no tuve miedo de nada.
Y fue entonces
cuando descubrí que la muleta no servía de nada.
Y fue también entonces
cuando el consejo no era nada.
Y fue, y fue, y fue,
cuando mi ser se perdió en la nada
y...., empecé a ser feliz.

 TESTIMONIO
Pronto, descubre el hombre en su equilibrio energético, que es portador de un mensaje liberador. Enseguida despierta a la necesidad de mostrar su vibración en calma. Luego, la necesidad se hace mas selectiva, y un día por "casualidad", descubre con asombro, que sus manos y sus palabras, son un vehículo de sosiego, paz y consuelo. Y otro día también "casual", descubre que el dolor llamado, obtiene con su aliento, desapego. Y otro día..., descubre con sorpresa, que todo su ser es un consuelo.




¿Qué hacer con este anhelo?
¿qué hacer con mi espontánea acción de hechicero?
¿qué hacer cuando mi luz es reclamada por la
Oscuridad del desespero?
No te ofrezcas si no eres llamado.
No te des si no eres pedido.
No proclames si no eres reclamado.
Aguarda la presencia del quejido.
Espera el clamor del afligido.
Comparte la desesperación del desatino.
Pon tu corazón en cada mano.
Y ofrécete al que, en amargura, sufre el dolor herido.
Nada pienses ni esperes de lo ocurrido,
guarda en el anónimo corazón del silencio escondido
la sonrisa del que se ve libre de su dolor aguerrido.
Que dispongan de ti sin que seas zaherido.
Que clamen por ti sin que seas vanagloriado.
Y... Y que tu única recompensa sea
el haber cumplido.

José Luis Padilla Corral

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